Las casas ecológicas han proliferado en los últimos años, ya sea por el ahorro energético -a la larga económico- que suponen o por la considerable reducción del impacto medioambiental.
El simple (bueno…) hecho de levantar una construcción causa un impacto medioambiental. Los materiales utilizados, el consumo de recursos, residuos…todo suma. Infinidad de estudios demuestran que el proceso de construcción supone el 40% de las emisiones de CO2, el gasto del 60% de los materiales, el 50% del agua y la producción del 35% de la generación de residuos. No son cifras menores. Sólo por estos números, ya vale la pena informarse sobre la construcción sostenible.
Las guías que analizan los posibles efectos que puede tener la construcción de un edificio establecen como prioridades la reducción del consumo energético, la reducción del agua durante el proceso y la disminución de los residuos. Esto minimizaría de forma considerable los efectos de construcción. Miguel Pinto, director de la Fundación Via Célere, desarrolla los tres puntos y los convierte en cinco:
Orientación. Tener en cuenta la orientación del edificio es fundamentar a la hora de cuantificar el consumo. Iluminación, refrigeración, aislamiento térmico… si el edificio mira hacia el sol, la reducción en estaciones frías es considerable.
Bajo consumo. Reducción de la energía primaria. Uso de lámparas de bajo consumo, por ejemplo.
Aislamiento. Se consigue gracias a carpintería de calidad, vidrio de baja emisividad, dobles ventanas y cámaras de aire.
Energías renovables. Como el mismo punto indica, el punto se reduce a la integración de energías renovables (paneles solares, sistemas geotérmicos, biomasa…). Fundamental en una casa bioclimática.
Zonas verdes. Integrar la construcción en entornos naturales, zonas ajardinadas o áreas de gran vegetación.
Imagen: obreconchicharro.es