¿La cal blanca de las paredes te retrotrae a tu infancia, en la casa del pueblo? La paciencia, la ausencia de tiempo y el disfrute del momento te espera. Convierte las casas rusticas en hogares vanguardistas con el estilo Slow Deco.
Si la velocidad es la gran enfermedad del mundo moderno, el estilo Slow Deco es el antídoto. Este tipo de tendencia va muy ligada a la filosofía, dado que se nutre de un tipo de vida sencilla, alejada del gran bullicio urbano. Se fundamenta en vivir de forma tranquila y pausada, sin dejarse llevar vehementemente por los devenires de la vida. Podríamos decir que el la armonía llevada hasta el sumo grado, trascendiendo de lo estético para identificarse con lo vital.
El Slow Deco, de por sí, ya marca un perfil de persona: la que eres o la que quieres ser. Vamos a detallar qué podemos ser.
Ambiente. El factor más importante. Los blancos de la paredes y las tonalidades claras (truncadas con pequeños detalles de color) transmiten una sensación de paz y tranquilidad que debe inundar cualquier rincón de la casa. No sólo se pretende disminuir el consumo de energía vital, sino que cargar de optimismo.
Iluminación. Va en paralelo al ambiente. También se sustenta en un blanco radiante, casi nuclear. A poder ser, aprovechando todos los focos de luz natural.
Objetos. La mayoría de objetos que encontramos nos transmiten una sensación de casa de pueblo rústica y apacible. Las texturas de éstos irán en esa misma línea rural de alejarnos de la gran cuidad: madera desgastada, alimentos ecológicos y naturales y textiles confortables, como mantas cojines o colchas… Entre los colores, neutros, y ligeros.
Rincones. Ya hemos dicho que va muy ligado a la filosofía de vida. De este modo, las estancias se organizan en base a actividades: una cocina donde disfrutar de las galletas recién hechas, un sofá cómodo y caliente donde leer o ese dormitorio que te atrapa entre nubes de plumas…
Vegetación. En el exterior. Todo bombón tiene un gran envoltorio…
Imágenes: inmediatika.es, slowlloyd.slowlab.net