¿El cáliz de bronce o el cáliz de madera? Indiana Jones ya demostró en La última cruzada que lo sencillo a veces es lo mejor. Nosotros también hemos aprendido eso en la decoracion de interiores. Vemos un ejemplo.
Si tu problema es que metes la mano en el bolsillo y lo único que sacas es pelusilla, quédate con esta idea. Las ramas secas, sí, las que encontramos por el suelo en el bosque, junto al árbol (junto al árbol, no en el árbol), son una gran fuente de ideas. Y es que este tipo de material se ha convertido en uno de los grandes recursos de la decoración, tanto por su facilidad para combinar con todo tipo de estilo como por el ahorro económico que supone.
Las lista de trabajos para realizar es casi infinita: un móvil, un centro de mesa, marcos… hasta un árbol de navidad. No obstante, hoy empezaremos por uno de los ejercicios más básicos. No necesitas taladro, no necesitas tornillos, ni siquiera lijar. Como mucho, colocar un par de alcayatas o cáncamos para sostener, pero esto una vez hayas acabado la fase previa -y fundamental- del trabajo. ¿Y de qué consta ésta? Agárrate que vienen curvas…
Lo primero que tenemos que hacer es conseguir una rama de un metro aproximadamente, que no sea excesivamente gruesa pero que tampoco se parta con tan sólo mirarla. Más o menos, del diámetro de un tapón de botella o del de un corcho de vino o champagne. ¿Ya lo tienes? Enhorabuena, ya tienes barra para la cortina. El trabajo duro siempre tiene recompensa.
En contra de utilizar ramas como barras de cortinas: que pierdes la opción de deslizar la cortina, o por lo menos de forma fácil. Depende del tipo de rama. A favor de su uso: un toque distintivo en la estancia donde se encuentre, sobre todo en casa rústicas. Además, la imperfección de la supuesta barra crea irregularidades en la caída de la cortina que también son muy interesantes. Al comprar la cortina, asegúrate de que entra la barra.
Imágenes: lagarbatella.com