Intentaremos disfrutar de la primavera todo lo posible. Y qué mejor forma que dándole identidad a nuestros jardines. La vida se abre camino en el exterior….
El buen tiempo ya asoma por el horizonte y nosotros tenemos no sólo ganas de abrirle la puerta, sino de que nos inunde, con los colores, los olores y la energía propia de la primavera. Hasta que llegue ese momento, la plenitud primaveral, cuya meta es la época estival, saldremos fuera y dejaremos todo preparado.
Si hablamos de jardines, no podemos omitir el concepto de belleza. Pocos lugares en la urbe, por no decir ninguno, son capaces de aunar en tan poco espacio (doy por hecho que no tenemos grandes parques en nuestra propiedad) una gama de colores naturales tan preciosista. Sí, los jardines están minusvalorados. Sobre todo porque obviamos que éstos apelan a todos nuestros sentidos: principalmente al tacto, el olfato y la vista. Si no nos ponemos puristas, también al gusto (hay plantas con fines gastronómicos) y al oído (¿quién no ha sentido la fricción de las plantas con la brisa primaveral?). Un regalo para la vida.
Si a lo expuesto le sumamos que la contaminación es seña de identidad de nuestro tiempo, los jardines se convierten en pequeños oasis de paz y tranquilidad, burbujas en las que desconectar del mundanal ruido. Por ello, debemos acondicionarlos para no sentirnos extraños tras el frío invierno. A fin de cuentas, son como nuestro segundo hogar.
¿Cómo podemos agregar tridimensionalidad al jardín? Pues como es habitual, estableciendo un foco de atención. El primero de ellos es marcando el grado estilístico de nuestro jardín. Un merendero construido con madera, a poder ser sin romper con el entorno, aportará calidez y pulcritud. Ahora bien, de esta forma renuncias -en parte- al juego cromático que ofrece la estación. En segundo lugar proponemos acabados con piedra; los caminos son una delicia y además útiles. Recuerda que el camino debe tener un fin, por nimio que parezca.
En la cúspide de los exteriores nos topamos con los muebles de jardín; maravillosos. Éstos bordean la vanguardia sin pertenecer a la misma. Se aproximan a ella por su sencillez, y que son muebles de uso concreto que además no pasan de moda. Al otro lado de la balanza, el nivel lo marcan detalles (sí, claro) como una piscina. Es impepinable la frescura que irradia. Poco que añadir, casi se palpan las posibilidades.
Finalmente, y para no rematar con la excepción, querría exponer (la última imagen lo atestigua) que no es necesario disponer de gran espacio para conseguir un jardín acogedor que transmita serenidad e invite a quedarse.
Imágenes: decoyjardin.com, casasrestauradas.com, arteydecoracion.net