Los paspartús parecen estar limitados a obras elegantes o sofisticadas, pero no tiene por qué. Los marcos para cuadros modernos también pueden llevar paspartú y vestir de lo más vanguardista.
La pieza del paspartú es una de las que siempre se mantiene en los márgenes de la decoración, bien porque no acostumbra a estar en la lista de imprescindibles, bien porque tiene un carácter un tanto elitista, bien porque muchos usuarios -en ocasiones- no tienen constancia de su existencia. El paspartú consiste en una orla que se coloca entre la pintura, lámina o fotografía y el marco.
Sí, el centro de atención debe estar supeditado a la obra artística, pero existen diferentes formas de llegar a ella. Una de éstas, las más común en el sector, es el paspartú. Lo habitual en este campo es que un cartón claro rodee la pieza. Ahora bien, nosotros y nuestra iniciativa creativa podemos crear un viaje que nos lleve desde fuera hacia dentro. ¿Y por qué lo planteo así? Porque una obra sin paspartú acostumbra a dejar la mirada a expensas del azar. Sin embargo, con el paspartú la obra queda enmarcada, por lo que la vista queda guiada hacia el centro.
Cuando escogemos el color de un paspartú, lo mejor es decantarse por un color que se encuentre en la obra, pero que no sea el primordial. No cumplir esta premisa podría significar saturar el cuadro. Pues bien, romperemos nuestra propia teoría. Si tienes cuadros con un carácter distendido y alegre, lejos del arte en mayúsculas, no está de más tantear los paspartús con estampados, colores e incluso dibujos. Quizá el resultado complemente la imagen de tal manera que la pieza cobre un sentido extra. Si necesitáis algún ejemplo, aquí van: un paspartú con el mapa del último viaje que realizaste; un paspartú con letras para la foto del pequeño; un paspartú con flores secas para un bodegón…
Las posibilidades son infinitas. Si quieres saber más puedes visitar esta entrada.