No tenemos suficiente con la primavera y queremos aproximarnos más al verano. Como todavía queda un tiempo, nos remojaremos virtualmente en estas sorprendentes piscinas.
No se puede negar, esta entrada tiene un color que hipnotiza. La intensidad invade cada recoveco del plano: el azul del cielo, junto al sol reluciente, funciona como límite de un viaje sensorial que nos lleva lejos de la ciudad; por otro lado, el azul (ejem…) impoluto de las piscinas nos refresca hasta la extenuación y alimenta nuestras ganas de verano, de escapar a un paraíso perdido del mundo y de no saber nada de nadie durante una larga temporada.
El primer ejemplo que proponemos tiene que ver con la forma de la piscina. En el plano socio-económico medio/alto, es lo más viable, ya no sólo para tener, sino para ver in situ. Y aunque parezca una tontería, tiene mucha gracia eso de meterse en una piscina con formas poco habituales. Y más si la forma en cuestión es afín a nuestro gusto. El segundo puesto complica un poco la escena. ¿Qué os parecería tener la cama y la piscina integradas en una misma estancia? Tiene sus pros y sus contras. Este tipo de piscina es el motivo perfecto (otro) para no salir del dormitorio. Ahora bien, nadie te garantiza sueños húmedos…
Llegamos a la zona «¡wow, y esto dónde está!». La piscina colgante se encuentra en el décimo piso del hotel Joule, a 40 metros del suelo. La edificación, en pleno centro de Dallas (Estados Unidos), fue construida en 1927 para albergar el Dallas National Bank. Alquilarla durante 24 horas tiene un precio de 20.000 dólares.
¿Os gustaría conocer la piscina más profunda del mundo? Nemo 33 está en la capital de Bélgica, Bruselas, y según datos oficiales, su profundidad es de 33 metros. Nemo 33, obra del diseñador Sebastian Moreno-Vacca por encargo del belga John Beernaerts, está compuesta por pasadizos, cavernas y cuevas, y tiene como objetivo que los aficionados al buceo evitan las peligrosas aguas de Atlántico Norte. Por cierto, Nemo 33 tiene un restaurante en su interior desde donde se puede visualizar a los buzos.
Con el quinto ejemplo ponemos el punto final. Y lo hacemos con un detalle de decoración. ¡Una piscina roja! La encontramos en la isla de Koh Samui, en el hotel The Library. No es la más sorprendente, pero llama la atención.
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